#Recursosparaescritores
Hoy quiero hablaros de las erratas más comunes que suelen encontrarse en una narración. La mayoría de ellas provienen de nuestro intento de trasladar la lengua hablada al lenguaje escrito. No hay que olvidar que un texto es un discurso meditado y consciente, por ello algunos recursos procedentes de la oralidad que nos ayudan a ganar tiempo para organizar nuestra intervención (las muletillas, por ejemplo) no son adecuadas para un ejercicio donde el lector espera encontrar un mensaje fluido y elaborado. Por otro lado, estos hábitos suelen denotar pobreza lingüística y lo que le aporta calidad al texto es un lenguaje rico y preciso. Un escritor poco experimentado suele dar rodeos, utiliza muchas palabras para narrar algo simple, creyendo que más es sinónimo de mejor, incurre en barbarismos o, dentro de un léxico pobre, despliega vocablos arcaicos o poco usuales para intentar suplir esa carencia. Vamos a centrarnos, sin embargo, en una parte de estas cuestiones que si logramos evitar aportarán otra imagen a la obra.

Muletillas
Las muletillas son palabras o expresiones que se repiten por hábito, pero que no resultan útiles ni añaden significado al mensaje. Las más utilizadas son:
Bueno, no quería decirte eso…
Entonces, se mostró cauteloso
El uso de entonces requiere una explicación más detallada. Suele ser una de las muletillas más utilizadas en los textos literarios e, incluso, nos da la sensación de que sin ella lo que queremos decir queda incompleto, pues en el discurso oral nos sirve de apoyo constante. Entonces anuncia una acción inmediatamente posterior, pero en un texto escrito donde enseguida se describe dicha acción no tiene sentido, salvo que estemos reproduciendo una conversación coloquial.
Venga, vamos a continuar
Vale, lo reconozco
No tiene sentido, ¿entiendes?
Se fue sin decir nada, en plan como si no le importara
En estos ejemplos, como decía, no se aporta nada relevante y no son adecuados en contextos cultos. Se consideran también innecesarios los llamados latiguillos que suelen ponerse de moda, sobre todo, gracias a los medios de comunicación y que sirven de relleno como por activa y pasiva o poner punto y final.
Redundancias
Las redundancias están emparentadas con las muletillas, pues como hemos visto, se utilizan como comodines y son prescindibles. La redundancia puede establecerse en una oración que expresa lo mismo en distintas palabras y, por tanto, no aporta información relevante; o palabras que acompañan a otras para reforzar su significado cuando, en realidad, no es necesario:
Puño cerrado
Subir arriba
Volvió de nuevo
Se dijo a sí mismo
Opinión personal
Palabras o verbos comodín
Se trata de palabras y verbos que se usan de forma general y que no aportan precisión al significado. Por ello, demuestran pobreza léxica. Es lo que ocurre con cosa, tema o eso. Si proporcionamos una descripción más detallada, será más fácil lograr que el lector genere una imagen correcta y el mensaje se comprenda en su totalidad. Ocurre lo mismo con verbos como hacer, decir, poner o tener. Basta unos ejemplos:
Puso la alarma hace dos años > Instaló la alarma hace dos años
Tenía dudas sobre el camino que debía tomar > Albergaba dudas sobre el camino que debía tomar
En ocasiones, con estas imprecisiones se producen oraciones más largas de forma innecesaria:
Se puso a reír > Se rio
Dijo una mentira >Mintió
No quiso hablar del tema > No quiso hablar de lo que le incomodaba, de su problema etc.
Verbos de habla en diálogos
Los verbos de habla son aquellos que nos indican la intervención de un personaje y lo que está haciendo. Por ello, debemos evitar el uso frecuente del verbo decir y ceñirnos a la acción del personaje (grita, añade, interrumpe, opina…). Incluso, en algunos casos, podemos prescindir de ellos si no aportan información nueva:
—Vuelvo más tarde —dijo saliendo por la puerta.
En este caso hubiera sido mejor:
—Vuelvo más tarde. —Salió por la puerta.
Restringiendo el uso de verbos dicendi para contextos realmente necesarios, también evitamos el abuso de gerundios de los que hablaremos más adelante.
Adverbios acabados en -mente
Los adverbios acabados en -mente no son incorrectos, pero encontrarse un texto plagado de ellos no es estilístico. Algunos escritores los detestan y evitan su uso, pues lo consideran un síntoma de pobreza lingüística. Tampoco es necesario adoptar una postura radical, pero mi recomendación es usarlos en su justa medida, aunque parezca que la oración lo pide a gritos. Siempre pueden sustituirse o encontrar una alternativa más adecuada.
Actualmente, no está permitido > En la actualidad, no está permitido
Sujetó fuertemente su mano > Sujetó con fuerza su mano
Solamente mentí una vez > Solo mentí una vez
Abuso del gerundio
El gerundio se usa para expresar anterioridad o una acción simultánea que se produce a la vez que la del verbo principal, por ejemplo: salió de casa pegando un portazo. De esta manera, si nos encontramos con un texto repleto de gerundios es probable que no se esté utilizando de manera adecuada. Veamos en que situaciones es inadecuado:
Carlos buscó una excusa evitando así sus obligaciones
En este caso se produce una consecuencia. Lo correcto hubiera sido decir: Carlos buscó una excusa y así evitó sus obligaciones o Carlos buscó una excusa que le permitiera evitar sus obligaciones.
La víctima ha sido atropellada, siendo trasladada al hospital por los sanitarios
Se trata del llamado gerundio de posterioridad. Como hemos dicho, el gerundio expresa una acción anterior o simultánea, por tanto, la oración correcta sería: La víctima ha sido atropellada y trasladada al hospital por los sanitarios.
Ha escrito un libro contando sus recuerdos de la infancia.
Este último ejemplo ilustra el uso del gerundio como un calificativo. Debería escribirse: Ha escrito un libro donde cuenta (o sobre) sus recuerdos de la infancia.
Oraciones pasivas
Las oraciones pasivas no son habituales en español, resultan poco naturales. Su uso se ha visto intensificado por la influencia de otros idiomas, pero debemos evitar frases como esta:
El puente fue cruzado por los senderistas
Cuando se puede decir: Los senderistas cruzaron el puente.
Además, desvía la atención del sujeto encargado de la acción, los senderistas. Así que, a no ser que sea esta nuestra verdadera intención, no tiene sentido utilizar la voz pasiva.
Estos son grosso modo los usos inadecuados más frecuentes en un texto y es trabajo del corrector detectarlos y modificarlos para aportar una mayor calidad. Es preferible una frase corta y precisa, que una en la que se pone en evidencia la necesidad de completar la oración mediante tópicos.
¿Erais conscientes de estos aspectos? Si os ha gustado, no olvidéis compartirlo.